DE PAKISTAN A LAS FALDAS DE GORBEA.
Los viernes
son especiales en Igorre desde que el chef Akhond Ishaq organiza pintxo-pote
con aroma pakistaní.
Por Sandra
Atutxa
Juan Pedro,
Manu, Maitane, Sebas, Garikoitz, Matxalen, Kepa, Goyo, Raúl, Igor, Ander,
Joserra, Leire, Lorea, Peio, Aimar, Fran, Antonio, Iratxe y Miguel arropan al
cocinero pakistaní Akhond Ishaq, en el pintxo-pote del batzoki de Igorre.
(Fotografía
de Borja Guerrero)
“No viviré lo suficiente para agradecer lo bien que me están tratando en Euskadi”.
Eternamente
agradecido. De las montañas de Pakistán a las faldas de Gorbea, Akhond Ishaq,
de 35 años, está haciendo realidad un sueño que parecía inalcanzable. En verano
abrió el local del batzoki de Igorre;lo ha adornado con fotos y recuerdos de
sus expediciones junto a su amigo el montañero, Alex Txikon. Organiza comidas,
cenas y todos los viernes prepara un pintxo-pote en el que no faltan esas
pequeñas esencias de su Pakistán del alma. Con verduritas, con pollo, con
tomatitos... Pintxos a los que les añade un pequeño toque de curri. “Muy
poquito porque aquí a la gente no le gusta mucho el picante. Apenas se nota. Mi
idea es alternarlo y mezclarlo con pintxos de aquí, que son exquisitos”, apuntó
el cocinero.
El pasado
viernes un grupo de personas arroparon a Ishaq en esta aventura, menos
arriesgada que la montaña, pero igual de intensa e ilusionante. “Se lo merece.
Es muy trabajador. Estamos muy contentos con el trato”, destacó el vecino de
Igorre Kepa Etxebarria. Para las también igorreztarras, Leire Aurrekoetxea y
Maitane Ipiñazar es una gran suerte poder tener en el batzoki a una persona
como Ishaq, un cocinero de vocación que le ha dado un giro al local y que
disfruta con lo que hace. “La gente está muy contenta y estamos aquí para
apoyarle”, aseguraron.
No hace
falta más que acercarse cualquier viernes para poder comprobarlo. “Oso
pozik nago. Jendea oso jatorra da eta giro aparta dago”, lanzó Ishaq en un
euskera casi perfecto. Porque si algo tiene claro este pakistaní es que ha
venido a Euskadi para integrarse y ser uno más. “Cuando llegué no tenía ni idea
ni de castellano ni de euskera. Lo primero que hice fue apuntarme al
euskaltegi”, recordó.